MODELOS DE
INFANCIA
por Anabel Sáiz Ripoll
Los cambios experimentados en la literatura
infantil y su evolución a lo largo de los siglos XIX y XX, están íntimamente
relacionados con los cambios producidos a nivel social, político y cultural.
De esta forma, la literatura dirigida a los
niños de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, es un reflejo de la
sociedad de la época; los niños protagonistas de las obras se enmarcaban dentro
unos parámetros o modelos que reflejaban la forma de actuar y pensar de la
sociedad de entonces; el niño era un adulto en miniatura, únicamente preocupado
por el buen comportamiento (desde un punto de vista adulto), con las
obligaciones propias de éstos, y sin ninguna posibilidad de expresarse acorde a
su edad infantil – quedan fuera las travesuras, la experimentación, el juego,
etc.-.
En los textos de finales del siglo XIX y
principios del siglo XX, posiblemente los niños no encontrasen la diversión que
se espera encontrar cuando te enfrentas a una obra escrita (diversión entendida
desde un punto de vista lejano al de los niños de la época, desde un punto de
vista actual), más bien la finalidad que se buscaba en la literatura infantil
era la de inculcar en los niños unos modelos, valores y formas de conducta
aceptadas por la sociedad en la que se enmarcan, desechando comportamientos
fuera de la costumbre y de lo aceptado socialmente, aunque estos
comportamientos fuesen los propios de la edad infantil.
El público infantil encontraba en las obras
literarias la diferencia (siempre desde un punto de vista adulto), entre lo
bueno y lo malo, rico y pobre, etc., constantemente influenciado por la
presencia divina, vigilante y coartante.
Dentro de este tipo de literatura, creada por
adultos pero sin tener en cuenta al público al que se dirigían, los niños, se
encuentran los “Cuentos de Calleja”, pionero en este ámbito literario, y “El
Camarada” de José Dalmau Carles; obras en las que los niños protagonistas eran niños
estudiosos, obedientes, aplicados, caritativos, sumisos, etc., (características
más propias de personas adultas).
La literatura
infantil de posguerra compartió los cambios que se produjeron en la sociedad
española. De este modo, los textos se acercaron al público al que estaban
dirigidos, ofreciendo una temática más acorde a ellos, lejos de medidas y
ejemplos de conducta y actitud, y más cerca de las necesidades y las
actuaciones infantiles.
En la
literatura de esta época, los protagonistas eran niños que se asemejaban a los
niños reales; en los textos los protagonistas viven experiencias con las que
los lectores podían sentirse identificados.
Se dejó atrás
el modelo de niño adulto, y se empezó a tener en cuenta la finalidad de la
literatura infantil, que no era otra más que entretener y divertir,
consiguiendo en los niños un sentimiento de cercanía y similitud con los
protagonistas de los textos.
Como ejemplo de este cambio en la visión de
la literatura infantil y de la infancia en su conjunto, aparece “Antoñita, la
fantástica” de Borita Casas, obra protagonizada por una niña traviesa, curiosa,
observadora.
A partir de este momento, los autores de
literatura infantil continuaron mejorando la temática de sus obras y las características de sus personajes protagonistas, acercándose
cada vez más a las características de su público. Proceso éste íntimamente
relacionado con la evolución social, a la vez que política y cultural.
Como ejemplos de obras en las que ha
evolucionado el modelo expuesto están “Marcelino Pan y Vino”, de José Mª Sánchez Silva; El Polizón del Ulises, de Ana Mª Matute;
La ciudad que tenía de todo, de
Alfredo Gómez Cerdá.
De este modo, la literatura infantil ha
evolucionado, al igual que la sociedad, desde un modelo de niño sumiso,
temeroso, incapaz de hacer nada por sí mismo, hasta un modelo en el que se
representan personajes acordes con las formas de ser y de actuar de los niños
de hoy en día; niños autónomos, traviesos, capaces de pensar por sí mismos,
curiosos, independientes, exploradores de su entorno; niños al fin y al cabo.
No se debe olvidar nunca el fin de la literatura infantil y las características de su público; para escribir para los niños, hay que intentar pensar como ellos.
Una excelente reseña que amplía lo que ya hemos comentado en clase y que seguro que te ayuda a comprender mejor el concepto actual de literatura infantil. Te la anoto.
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