viernes, 19 de octubre de 2012

Adaptación del cuento

A continuación vais a encontrar la adaptación del cuento Todaclasedepieles.
La adaptación está enfocada a un público infantil, de Segundo y Tercer Ciclo de Educación Primaria.
Es un cuento largo, y por ello se han introducido elementos que mantienen la atención y el interés de los niños.

Espero que os guste.


TODACLASEDEPIELES

    Esto era una vez que yo sabía un cuento pero se me quedó dentro y no me acuerdo, voy a ver si me sale otra vez.
Creo que comenzaba así: “Hace tiempo, mucho tiempo, en un lejano país, reinaban dos reyes jóvenes y apuestos. La relación que mantenían estaba repleta de amor, confianza y ternura; tenían un hijo, el futuro heredero, amable también y apuesto como sus padres. Pero al rey le faltaba una flor en su ramo, deseaba tener una hija a la que mimar y transmitir su amor por la jardinería y la literatura; hija que no llegaba.

    Cuando el pequeño príncipe cumplió cuatro años, la reina, muy ilusionada comunicó en secreto a su esposo que volvía a estar embarazada, deseando desde lo más profundo que el bebé que esperaba fuese la niña que tanto añoraba tener el rey.
El cumpleaños de Gerald, el príncipe, se convirtió en la celebración más grande que nunca se haya visto.

    Pasaron los meses, y el deseo del rey de tener una hija fue creciendo a la par que la tripa de su esposa, al igual que la incertidumbre del sexo del futuro bebé.

    Una noche, pocas semanas antes del nacimiento, la reina soñó con su futura hija, pudo ver su aspecto con tal claridad que no dudó ni un momento en la veracidad del sueño, considerándolo una señal, por lo que despertó apresuradamente al rey, tendido en la cama junto a ella, para contarle la buena nueva.
El rey no cabía en sí de gozo; pensar que su deseo más intenso se haría realidad en cuestión de días le llenó de una felicidad infinita, que supo muy bien transmitir y contagiar tanto a su esposa, como a su hijo, como a todos los residentes de palacio.
A partir de ese momento, comenzaron los preparativos de recibimiento de la princesa, en lo cual, debido a la felicidad reinante, participaron todos los allegados a palacio, contribuyendo con colchas, vestidos, mantas, toallas, juguetes, y un largo etcétera.

    Cuatro semanas después de aquel sueño revelador, nació Dalma, una pequeña niña de grandes ojos, pelo oscuro y hambre voraz.
Ese nacimiento aportó al matrimonio de reyes la felicidad plena, repercutiendo su ánimo en palacio y en todas las poblaciones pertenecientes al reino.

    Los años pasaron, la vida en palacio se dividía entre las obligaciones reales y los diversos juegos infantiles.
Los reyes, volcados siempre en el bienestar de sus hijos y en su formación, les proporcionaron la educación necesaria para que supieran siempre valerse por ellos mismos, para que tuviesen siempre voz en todos los ámbitos de su vida futura; el príncipe, como heredero del reino, recibió una educación acorde a las obligaciones que tendría que afrontar cuando se convirtiese en monarca, y la princesa, una educación bastante más amplia de lo que se acostumbraba a dar a las niñas en aquella época.
Junto a esa formación, el rey, como había sido su deseo, logró inculcar a su hija, el amor por la jardinería y la literatura, gracias a lo cual, en los momentos difíciles que atravesó el reino, momentos de guerras y tensiones con reinos colindantes, la princesa Dalma conseguía apaciguar a los habitantes de palacio en los malos momentos, decorando los jardines, nunca faltaban las flores en los jarrones, lo que aportaba además de luz y color, una fragancia que recorría todas las estancias. Ella misma lograba evadirse refugiándose en la biblioteca, entre las historias más fantásticas e increíbles jamás escritas.

    Llegó el momento de casar al príncipe, y los reyes, fieles a su forma de pensar y pensando siempre en el bienestar de su hijo, no acordaron el matrimonio con ningún monarca, a pesar de haber recibido innumerables ofertas para ello.
Los reyes deseaban que su hijo viviese una historia de amor eterna tan maravillosa como la que ellos continuaban viviendo, deseaban que su hijo eligiese a la mujer que le acompañaría en su vida por él mismo.
Después de unos meses, Gerald se presentó en palacio sin aliento, nervioso y con un brillo especial en los ojos, tenía que decirles a sus padres que había encontrado a la mujer que pasaría el resto de su vida con él, la mujer que sería reina.

    La ceremonia se organizó rápidamente, y contrajeron matrimonio en medio de una multitud de grandes personalidades y de las familias de ambos.
En la fiesta posterior al enlace, Gerald, queriendo agradecer el gesto que tuvieron sus padres dándole la oportunidad de casarse con la persona que él eligiese, reunió a los reyes y a su hermana, y les dijo:

    "Gracias padres por la oportunidad que me habéis brindado, gracias por haberme hecho tan feliz. Me considero el hijo más afortunado del mundo".
Y dirigiéndose a su hermana, le dijo: "Dalma, eres la persona más bella e interesante que conozco, estoy seguro que algún día, no muy lejano, podrás sentir en tu cuerpo la felicidad que siento yo en este momento. No cambies nunca, mantente siempre fiel a ti y a nuestros padres. Yo siempre estaré a tu lado".
La última frase se la dedicó a los reyes: "Papá, mamá, os pido que deis a Dalma la misma oportunidad que me habéis dado a mi eligiendo esposa. Continuad con la labor hasta que llegue el momento de que tenga que desposarse, pero cuando llegue ese momento, dadle el tiempo que necesite, permitidla ser igual de feliz de lo que ha sido desde niña".

    Después de unos años, cuatro para ser exactos, Dalma cumplió 16 años, momento previsto para que contrajera matrimonio.
Los reyes, durante la cena que celebraron para la celebración del cumpleaños de su hermosa princesa, comentaron que había llegado el momento de que se casase.
Dalma ya lo había estado pensando, pero no era algo que entrase en sus planes, en su vida, de momento, no cabía marido, tenía demasiadas cosas por hacer y por descubrir, no estaba preparada.
En la conversación, tal y como lo habían hecho siempre, Dalma anunció a sus padres su deseo de no contraer matrimonio, ella quería viajar, quería conocer en persona parte de los países que había conocido en los libros, tenía la necesidad de respirar fuera de las fronteras del reino, no podía casarse todavía.
Los reyes, que sabían de la postura de su hija mucho antes que ella la comentase, se quedaron callados, pensativos, preocupados.

    Durante los días siguientes, semanas incluso, los reyes no dejaron de pensar en el tema, querían que su hija tuviese la posibilidad de elegir su vida y su futuro, pero el matrimonio era algo que no debía ni podía cuestionarse, debía casarse.
Intentaron convencer a Dalma proponiéndole diferentes estrategias; podían organizar un gran baile al que acudirían los jóvenes más apuestos y amables conocidos, podrían buscar a la persona que reuniese todas las características que ella buscaba en su futuro marido, y una larga lista de artimañas para lograr disuadirla de su decisión. Pero nada de lo intentado logró hacer cambiar de idea a la princesa.

    Debido a la situación en la que se encontraban, los meses pasaban y la princesa no decidía pasar por el altar, los reyes decidieron, a pesar de su dolor y de las posibles consecuencias, hacer desaparecer a la princesa.
Una tarde, mientras Dalma se ocupaba en adornar el jardín, los reyes la llamaron al despacho real para transmitirle lo decidido.
El plan consistía en lo siguiente: el próximo día que hubiera cacería, Dalma acompañaría al rey, y en un descuido de la guardia, huiría campo a través hasta llegar a un gran árbol en cuya base había flores azules y amarillas. En el hueco del árbol encontraría el avituallamiento necesario para poder pasar los días necesarios caminando hasta que alcanzase la frontera del reino, entonces sería libre de la obligación del matrimonio. 

    Así se llevó a cabo; un domingo de marzo, la corte real, con el rey y Dalma a la cabeza, se adentraron en el bosque para participar de una aparente jornada de caza.
En un preciso momento, tras un gesto del rey hacia su hija, ésta se desvió de la recorrido establecido, adentrándose en el bosque, siguiendo las indicaciones de sus padres.
Al llegar al árbol gigante que tenía flores azules y amarillas en su base, paró a descansar y llorar, había conseguido librarse de su obligación matrimonial, pero para ello había tenido que abandonar a las personas que más amaba, había tenido que dejar atrás a sus padres.
Cuando se compuso de nuevo, hurgó en el hueco del gran árbol y encontró el hatillo  que le habían preparado, lo abrió y descubrió lo que contenía.
En él sus padres habían guardado tres vestidos tejidos por su madre, uno de ellos era tan dorado como el Sol, otro tan plateado como la Luna y el último tan brillante como las estrellas, un amplio y cálido abrigo que la protegería en las noches más frías, un colgante que contenía una flor en miniatura guardada en un pequeño frasco de cristal, una letra de oro con su inicial y el anillo de boda de su madre, y el libro que tantas noches infantiles le habían leído sus padres.
Tras unos momentos en los que rememoró los momentos más felices vividos con su familia, y después de recordar las palabras de su querido hermano – "No cambies nunca, yo siempre estaré a tu lado" –, se puso el colgante en el cuello, se cubrió con el gran abrigo, guardó los vestidos y el libro de nuevo en el hatillo, y se dispuso a refugiarse del frío y de las voces de los guardias que ya habían iniciado su búsqueda.

    Pasaron varias jornadas andando de noche, para evitar ser vista, y durmiendo refugiada durante el día; alimentándose de los pocos frutos que encontraba y de las hierbas comestibles que conocía gracias a su afición y sus estudios de jardinería.

  Mientras, los reyes se sumieron en una profunda añoranza y pena, preguntándose constantemente por el paradero y la salud de su querida hija. Pero estaban seguros que conseguiría lo que se propusiese, y ese sentimiento les mantuvo vivos y unidos.

    Varios días después, Dalma se encontró a las afueras de una villa, parecía grande y estaba llena de gente. Era día de mercado, y los comerciantes gritaban y andaban de un lado para otro, tropezando incluso con ella.
Pasó desapercibida hasta que, al detenerse en un puesto que vendía pasteles, un joven apuesto se la acercó preguntándola si podía invitarla a uno. Dalma debía de tener ojos hambrientos, estaba desaliñada, cansada, no recordaba la última vez que había sentido lleno su estómago, y la oferta del joven la tentó, pero debía pasar desapercibida, no sabía de quién se trataba, y no debía darse a conocer, por lo que negó el ofrecimiento muy a pesar suyo.

    Aquel joven, al ver a esa muchacha que parecía hambrienta y cansada, le ofreció cobijo en su casa; al mirarla a los ojos había sentido el impulso de ofrecerse, aunque sólo dispusiese para ello de un día.
Dalma, viéndose en la situación que se encontraba, aceptó la invitación, y aquella noche pudo darse un placentero baño y cenar caliente.

    A la mañana siguiente descubrió que el muchacho que se le había acercado en el mercado y que le había dado cobijo esa noche, resultó ser el príncipe del reino colindante al suyo, lo que la asombró y asustó.
Cuando se disponía a abandonar el palacio, el príncipe la llamó al salón, quería saber de dónde venía y a dónde se dirigía.
Al saber que Dalma no tenía destino concreto ni tampoco lugar donde quedarse, la ofreció vivir en palacio como sirvienta, de ese modo tendría siempre una cama y plato de comida.
Dalma, dentro de su desesperación y del temor a tener que volver al bosque, aceptó el ofrecimiento y pasó a formar parte de la plantilla de palacio, ayudando en las labores de la cocina.

   Al cabo de unas semanas, llegó el encargo a la cocina de palacio de preparar comida suficiente y apropiada para los bailes que se celebrarían con el objetivo de que el príncipe encontrase una mujer con la que contraer matrimonio.

    La noche del primer baile, Dalma pidió al jefe de cocina, con quien había entablado una gran amistad, que la dejase acudir a la celebración, diciéndole, para logra convencerle, que nunca había tenido la oportunidad de asistir a ninguna fiesta de ese tipo.
El jefe de cocina accedió, pero antes hizo un trato con Dalma: "Todaclasedepieles (nombre cariñoso con la que la conocían en palacio debido al gran abrigo con el que había llegado), puedes ir, pero debes volver una hora antes de que el baile termine, necesito que prepares la cena al príncipe, ¿puedo contar contigo?". Dalma aceptó de inmediato y le dio su palabra de que estaría allí a la hora convenida.

    Todaclasedepieles, (como se había acostumbrado a que la llamasen en palacio), se retiró a su habitación, sacó el vestido tejido por su madre tan dorado como el Sol, se atusó el cabello y se dirigió al salón donde se estaba celebrando el baile.
El príncipe se fijó en ella desde el momento en que atravesó al puerta, pero no reconoció a su sirvienta, ya que vestida de ese modo parecía una princesa (lo que realmente era).
Se acercó, intrigado por la belleza de esa desconocida, y la sacó a bailar. Se quedó prendado de ella, descubrió que además de bella, tenía una conversación interesante y una simpatía peculiar.
Al término del segundo baile, cuando el príncipe la iba a pedir que volviese mañana, Todaclasedepieles se escabulló, se alejó del salón con la sensación de los ojos del príncipe en su espalda, pero debía cumplir la palabra dada a su jefe, debía preparar la cena.

    Dalma se cambió corriendo en su habitación, volvió a vestir su traje de sirvienta y se recogió el cabello de un modo más apropiado al atuendo que llevaba.
Preparó la cena del príncipe absorta en el recuerdo de los bailes compartidos hacía apenas unos minutos, y decidió colocar su colgante entre la guarnición que preparó para el príncipe.

    Cuando el príncipe terminó la cena, descubrió un raro objeto en su plato, era un pequeño frasco de cristal que guardaba una flor en miniatura. No sabía de dónde provenía, y decidió bajar a la cocina a preguntar por el dueño de aquel objeto.
Habló con el jefe de cocina y le preguntó quién había preparado la cena de esa noche, a lo que contestó temeroso, que él mismo, como todas las noches. El príncipe no dio explicaciones del por qué de su pregunta, y guardó el pequeño abalorio en un cajón de su mesilla.

    La noche siguiente se celebró el segundo baile. Dalma estaba impaciente, y volvió a pedir permiso a su jefe para acudir, a lo que respondió de la misma manera que la noche anterior: "Todaclasedepieles, recuerda nuestro pacto, debes volver para preparar la cena del príncipe". Dalma aceptó encantada.

    Volvió a vestirse para la ocasión, esta vez con el vestido tan plateado como la Luna, y se presentó en el salón deseosa de reencontrase con el príncipe y compartir el baile con él.
La situación transcurrió del mismo modo que la noche anterior; compartieron dos bailes y cuando el príncipe iba a declararse, ella soltó su mano y abandonó el salón.
Se dirigió a su habitación donde se vistió con su uniforme de sirvienta y se dispuso a preparar la cena del príncipe.
Esta vez, dejó caer en la sopa que preparó, el colgante de oro con la inicial de su nombre, intrigada y a la vez temerosa por la posible reacción del príncipe.
Cuando éste la encontró se sorprendió, y aunque no conocía el verdadero nombre de aquella chica, comenzó a sospechar de su procedencia, por lo que decidió no bajar a preguntar esta vez a la cocina, y esperar el baile de la noche siguiente.

     Esa noche la reina, madre de Dalma, tuvo un sueño; en él aparecía su hija engalanada con el vestido tan brillante como las estrellas que le había confeccionado. Estaba bailando con un joven guapo, rodeada de gente admirada por su belleza. Se la veía feliz.
Al igual que la sucedió semanas antes de dar a luz, consideró aquel sueño una señal, y corrió a despertar a su marido. Ambos saltaron de alegría, su querida hija había sobrevivido, se encontraba bien de salud y había logrado encontrar a la persona que compartiría su vida.

    La tercera noche la situación se repitió como las dos anteriores. Dalma acudió al baile, esta vez ataviada con el vestido tan brillante como las estrellas; bailó con el príncipe, y momentos antes de que se marchase, éste deslizó una alianza en el dedo de Dalma, sin que ésta se percatase, absorta en el momento.
Volvió a abandonar el salón, como las noches anteriores. Cambió el vestido tan brillante como las estrellas por su uniforme, sin reparar en el anillo que llevaba en la mano, y se dispuso a preparar la cena del príncipe.

   Cuando Dalma, o Todaclasedepieles (como era conocida en palacio), entró en la habitación del príncipe, se llevó una gran sorpresa; él estaba esperándola, sosteniendo en su mano los objetos que las noches anteriores había descubierto en la cena, el pequeño frasco de cristal con la flor en su interior y el colgante de oro con su inicial.
Dalma se quedó inmóvil, no sabía qué hacer, el príncipe había descubierto que era ella la persona que había estado poniendo esos objetos en su cena.
El príncipe cogió la bandeja que portaba Todaclasedepieles, y se dispuso a cenar. Mientras degustaba el menú de aquella noche, la dijo: "Desde el primer momento en que te vi, despertaste algo desconocido en mi interior, pero gracias a tu decisión de presentarte en el baile y esconder estos objetos en mi cena, he sabido que eras tú la persona con la que quiero casarme; desde el primer baile y el descubrimiento de este pequeño frasco, he tenido la esperanza de que fueras tu, la persona que estaba detrás de todo esto, por eso te he esperado hoy en mi alcoba. Verte cruzar la puerta, y descubrir la alianza en tu mano, me ha hecho el hombre más feliz del mundo".
Dalma miró su mano, y sin decir una palabra se acercó a él. En ese momento, el príncipe, que ya había terminado su cena, cogió el objeto que encontró en su plato, la alianza de boda de la madre de Dalma, y la dijo: "Esta es la pareja de mi alianza, lo que nos unirá por siempre".

    Ambos se fundieron en un gran beso, comenzando así un amor infinito".

    Y... colorín, colorado, este cuento se ha acabado.


DETALLES DE LA ADAPTACIÓN

ASPECTOS CONSERVADOS

He mantenido la esencia del cuento, con los personajes reales y la necesidad de casar a la princesa.

Otro aspecto que he conservado es la necesidad de huir de palacio de la princesa, el entorno en el que se encuentra durante su huída, el abrigo y los vestidos con los que conquista al príncipe.

La forma en la que finalmente el príncipe pide matrimonio a Dalma, me ha parecido conveniente el mantenerlo, ya que es un final acorde a la historia.


ASPECTOS MODIFICADOS 

He añadido el personaje de Gerald, hermano de Dalma, para cambiar el personaje de la princesa siempre hija única de los cuentos.

Me ha parecido conveniente quitar el incesto, debido al público al que está dirigido.

Para cambiar algo la historia, y no añadir elementos trágicos al cuento, he evitado la muerte de la madre de Dalma, ya que es un aspecto presente siempre en los cuentos de princesas.

He cambiado también la forma de pensar de los monarcas, algo más acorde con la actualidad, pero extraña en el contexto y la época en la que se desarrolla el cuento.

A la vez, para intentar estar acorde con el contexto donde se contará el cuento, he cambiado el estereotipo de la belleza como único valor en las princesas, añadiendo una cuidada  educación y una forma de ser no muy vista en los personajes de los cuentos de este tipo.

También he variado los objetos que Dalma deja en la cena del príncipe, eligiendo otros más acordes con su historia y sus gustos.

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