LITERATURA INFANTIL - ANÁLISIS Y SELECCIÓN
¿Me gusta leer? Esta fue la primera reflexión que tuve que hacer en el primer momento que me enfrenté a la asignatura. Mi respuesta fue clara, "Sí, me gusta leer".
Considero que mi gusto y afición a la lectura y a la literatura en general, se la debo al "trabajo" realizado, tanto por mis maestras de EGB como por mi familia. Me considero una persona afortunada en relación a cómo se me introdujo desde niña en la literatura; en mi etapa en el colegio supieron cómo hacer llegar la literatura a los niños; nunca se me obligó a leer un libro en concreto, se presentaban diferentes opciones de entre las cuales elegía el que pensaba más me iba a gustar y a entretener, y si mi elección había sido fallida, se me daba la posibilidad de cambiar. El caso era que leyese, que me sumergiese en ese mundo mágico que esconden los libros. De la misma forma era considerada la poesía; aunque he tenido que memorizar algunos poemas, nunca fue tedioso ni aburrido, era un género más al que podía tener acceso. La única peque que puedo tener en relación a la enseñanza recibida en el colegio, es con el teatro; el único contacto que tuve con este género era para las funciones de Navidad y fin de curso. En esas fechas nos aprendíamos y representábamos obras, las cuales resultaban divertidas y amenas, pero nunca se me acercó al teatro de una forma en la que yo pudiese considerarlo un género más que leer, además de representar.
He de decir que, hasta que no entré en el instituto en 3º de ESO, no tuve que aprender fechas, vidas de autores, épocas, etc. A partir de ese momento, comencé a distanciarme de mi afición, estaban consiguiendo que odiase la literatura; leer se había convertido en la obligación de enfrentarme a libros e historias con las que poco o nada me identificaba, con vocabularios totalmente desconocidos para mí, con épocas lejanas nada atractivas en ese momento de adolescencia. Esto en relación a la prosa, pero en relación a la poesía, el "trabajo" de los profesores hicieron que considerase este género como destinado a unos pocos "entendidos", "estudiosos", etc.; hasta que no se me ha presentado la poesía como una expresión de sentimientos, los cuales sólo hay que comprender y sentir, mediante lo que a cada uno, tras su lectura, nos provoque, ha sido un género desechado. El estudio de la poesía en el instituto se basaba en aprender la vida y obra de los autores; las épocas creativas por las que atravesaban, y en función de ello, lo que quería decir el escritor en el poema, nunca lo que a mí me hacía sentir, lo que representaba para mí. Lo extraño es que tuve profesores muy conocedores y amantes del género, pero que no supieron transmitir ese sentimiento a los alumnos. Lo mismo sucedió con el teatro; el estudio se centraba en la época en la que se escribió y las características personales del autor.
Como he dicho anteriormente, mi gusto y afición a la lectura se la debo también a mi familia. Siempre recuerdo a mi abuelo con un libro en la mano, la televisión apagada, y en ocasiones, leyéndonos, a quieres estuviésemos cerca, un fragmento que le hubiese gustado. En casa de mis padres siempre ha habido estanterías llenas de libros, leídos por supuesto. Y debido a todo ello, en mi casa no pueden faltar; es una válvula de escape, un pasatiempo, pequeños mundos recorridos o por recorrer, e historias vividas o por vivir, sin salir de casa o levantarme del sillón
Ver casas vacías de libros siempre me entristece y me hace pensar cuánto se pierden esas personas.
Este gusto e interés por la literatura se afianzó al comenzar la asignatura, y aunque siempre he considerado haber recibido una buena educación literaria, sobre todo durante mi primera etapa escolar, con el estudio de este primer bloque he aprendido que si la literatura o las historias que cuentan los libros tienen un componente moralizante, didáctico o educativo, no es considerada literatura, sino paraliteratura; la literatura no esconde ningún afán moralizante, la literatura es un arte con el que el individuo debe disfrutar, debe divertirse, no de buscar "educarse", aunque siempre con la lectura se aprende algo, pero no desde el punto de vista más antiguo, no debe aprender la diferencia entre el bien y el mal, entre lo bueno y lo malo. Esta diferenciación nunca había llegado a mis oídos, y por lo tanto nunca me había parado a pensarla; de hecho hasta el momento en el que se nos hizo esta diferenciación, había considerado que la literatura infantil debía tener , y que toda tenía, un componente moralizante, educativo, didáctico, y nada más lejos.
Después de hacer un pequeño repaso sobre mi gusto y el por qué de él hacia la literatura, y después de las enseñanzas recibidas por parte de Irune Labajo, he tomado conciencia de lo que quiero y considero, debo hacer el día de mañana en el aula.
El papel del maestro en el aula en relación a la literatura, y el trabajo de acercársela a los niños y conseguir crear en ellos el gusto por leer, es fundamental, pero para ello es indispensable pensar en el público final al que las obras están dirigidas. Es necesario conocer en profundidad los gustos, el momento evolutivo en el que se encuentran, las aficiones, etc., de todos y cada uno de los alumnos, y ofrecerles las opciones que más se adecuen a ellos.
Lo más fácil sería, como se ha hecho tradicionalmente y, por desgracia he visto que se sigue haciendo, ofrecer e imponer un único libro de lectura a todos y cada no de los alumnos del aula, sin atender a sus diferentes caracteres, gustos, personalidades, momento evolutivo. He comprobado que si continúo por esta línea, perpetuaré el "odio" a la lectura que tienen actualmente muchos jóvenes.
Gracias a los conocimiento adquiridos se que, en primer lugar el maestro debe saber que hay literatura específicamente dirigida al público infantil, siendo de entre estas obras de donde debe elegir, y en segundo lugar, para realizar un correcto trabajo de motivación e interés en sus alumnos, es necesario que conozca el tema y contendido de cada uno de los libros que en ese momento estén a su disposición. Tiene que saber qué alumnos se identificarán con que´personajes, qué historia cuadra en la personalidad de qué niños, etc., no debe caer y volver a tropezar en la piedra de elegir a ciegas los libros ofertados en bloque por las editoriales, quienes facilitan el trabajo docente, pero hacen un flaco favor a la tarea.
Gracias al estudio de este bloque, he comprendido la importancia del trabajo docente y de la implicación por parte del maestro, para conseguir superar la barrera de la literatura en los niños, la barrera del desánimo y lejanía de los alumnos con todo texto escrito.
He de hacer mención a lo visto en el aula de prácticas, ya que se hacía todo lo contrario a lo aconsejado y trabajado durante este bloque.
Los alumnos de la clase tenían unas personalidades, unos intereses, unos momento evolutivos, unos gustos, etc., muy diferenciados, y en cambio la elección de los libros a leer durante el trimestre eran los mismos para todos; además de contar con el correspondiente "examen" al finalizar cada uno de ellos.
Durante el tiempo que estuve de prácticas, tuve la suerte de presenciar la finalización de un libro y el comienzo de otro. Pude ver cómo trabajaban el comienzo y el final. Cuando vi que todos y cada uno de los alumnos leían el mismo libro, y además en voz alta, un párrafo cada alumno, me resultó llamativo; sobre todo desde el punto de vista que tenía mi tutor de la educación. El día que ya habían terminado el primero de los libros del trimestre, el profesor les dijo a los alumnos que tenían que hacer un resumen escrito, que así sería como les calificaría; ninguno de los alumnos recordaba la historia que habían leído. En ese momento le comenté al profesor lo que habíamos visto al respecto en la universidad, intentando ofrecerle otro método, debido al desánimo que presentaba; pero por diversos motivos, el sistema era y seguiría siendo ese.
Me resultó una verdadera lástima pensar que con esos alumno se había perdido la oportunidad de acercarles realmente a la literatura.
La elección del segundo libro del trimestre la hizo el profesor personalmente, sin presentar diversas opciones, creyendo haber hecho una buena elección para los alumnos, pero al presentarlo descubrió que había alumnos que ya habían leído la historia, además de no adecuarse, como el libro anterior, a las diferencias existentes en todos los ámbitos en los alumnos.
En este caso mi sorpresa fue que a los alumnos que ya habían leído el libro, no se les dio la opción de elegir otro; debían volver a leerlo.
Hago esta alusión a mi experiencia en el aula de prácticas porque ha resultado ser el modelo que no quiero seguir; no es así como quiero trabajar la literatura con mis futuros alumnos.
Para concluir quisiera decir que me gustaría ser capaz en el futuro de llevar a la práctica todo lo aprendido con mis alumnos, consiguiendo así "formar" ávidos e interesados lectores.
Quisiera hacerles llegar que los mundos, historias y personajes, que se encuentran en los libros hacen volar nuestra imaginación, nos hacen sentir, descubrir sentimientos que de otro modo no seríamos capaces, y que todos ellos están ocultos esperando ser descubiertos por los lectores.
"Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro"
Emily Dickinson
Perfecto.
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