miércoles, 23 de enero de 2013

REFLEXIÓN 2



TEXTOS FOLCLÓRICOS - SELECCIÓN Y ADAPTACIÓN


        Desde tiempos inmemoriales ha existido la literatura, aunque no necesariamente escrita en libros.
En la antigüedad se podían diferenciar dos tipos de literatura; una culta, escrita y destinada a las altas esferas de la sociedad, y otra popular, divulgada entre la clase más baja, en su totalidad analfabeta, pero que transmitían las historias de forma oral. 

        Es de la literatura popular transmitida oralmente de generación en generación de la que trata esta reflexión.

       Cuando se ponía el sol y las familias estaban en las casas, el único entretenimiento posible era contar historias, cuentos conocidos por todos y contados por los más ancianos a los más jóvenes al calor de una lumbre. En esas reuniones estaban presentes todos los miembros de la familia, abuelos, padres, hijos, quienes escuchaban todos y cada uno de los aspectos, "desagradables" o no de los que constase la historia contada esa noche. 

        El origen de los textos folclóricos no se conoce; no hay constancia de una primera historia a partir de la cual se hiciesen las posteriores adaptaciones. Los textos folclóricos, como he dicho, se transmitían de generación en generación, y en cada nueva narración, el narrador del momento añadía o eliminaba los aspectos que consideraba, bien por iniciativa propia, bien por falta de una memoria que le hiciese recordar cada detalle de la historia. 
En un principio estos textos no estaban destinados al público infantil; de hecho los niños que escuchaban estas historias lo hacían con todos los detalles escabrosos, o que hoy en día consideramos negativos para ellos, debido por un lado, a que todo esto estaba normalizado en la sociedad de entonces, y por otro, a que aquellos niños vivían rodeados de esos detalles en la realidad. 

        Los cuentos folclóricos tienen una serie de características, entre las cuales destaco que no tienen un carácter moralizante ni didáctico, si no estarían dentro de la paraliteratura; las historias reflejaban la sociedad de la época en la que se narraba, junto con los sueños y deseos del pueblo, y un amplio etcétera. 

       Actualmente conocemos todos estos cuentos gracias, de un lado a la continuación de la transmisión oral que se sigue haciendo en los hogares, como a que recopiladores o adaptadores realizaron recopilaciones de estos cuentos, como Charles Perrault, quien hizo la primera recopilación de textos folclóricos en prosa en el siglo XVIII, los Hermanos Grimm hicieron una recopilación de los textos folclóricos en el siglo XIX, en un principio sin adaptarla al público infantil, y posteriormente omitiendo detalles inadecuados para los niños, o Hans Christian Andersen, durante el siglo XIX.

      Hoy en día podemos encontrar todos los textos folclóricos en libros, de forma que facilitan y refrescan la memoria de quien va a contarlos, aunque el añadir o quitar detalles sigue perdurando. He comprobado actualmente, entre mis compañeros que, tanto las versiones de los cuentos folclóricos como de las canciones varían en función de cómo y cuándo se hayan conocido; hay aspectos en versiones que no aparecen estando presentes en otras.

       Cuando se nos presentó el tema en clase, me sorprendieron las diversas versiones de un mismo cuento que había, y de cómo cambiaban a medida que nos alejábamos en el tiempo, sobre todo que según fuese mayor la antigüedad de la historia, ésta era más sangrienta, más violenta. No podía imaginar que los cuentos con los que había crecido, con los que me habían dormido, tenían unas versiones tan diferentes a las que yo conocía. 

        Considero que la literatura folclórica es un bien que no se debe perder, debemos continuar con su divulgación, tenemos que continuar con la labor que desde la antigüedad se lleva haciendo. 
El contar cuentos y cantar canciones tradicionales a los niños se puede considerar como un valor añadido en su educación, algo que les enriquece.

       El estudio de este tema me transportó a mi infancia, me hizo recordar historias y canciones que creía olvidadas y ha creado en mí un sentimiento renovado de interés por todo lo folclórico y un interés de continuar con esa transmisión oral, tanto en mi futura vida profesional como personal.

         En mi experiencia durante las prácticas, he podido comprobar que esta literatura folclórica deja de tener presencia en las aulas a medida que se avanza en los ciclos. 
Mientras que los alumnos son pequeños, 6, 8 o incluso 9 años, todavía se les cuentan cuentos folclóricos y cantan canciones, pero cuando han superado esa edad, dejan de hacerlo, considerando que ya son demasiado mayores para ello. 

        Considero, gracias a cómo se ha trabajado en clase y a las enseñanzas recibidas y las actividades realizadas, que este tipo de textos se pueden trabajar de multitud de formas, consiguiendo el interés por parte de los niños. 
Para ello me resultó de gran utilidad la realización de la adaptación del cuento "Todaclasedepieles".

       Por otra parte, para conseguir trabajar los textos folclóricos adecuadamente, es necesario saber realizar una adaptación. 
Si escuchamos o leemos diferentes adaptaciones de cuentos folclóricos, podremos comprobar que el hilo conductor de la historia y determinados aspectos no cambian en ninguna de ellas. Este es un aspecto fundamental a tener en cuenta para realizar adaptaciones de este tipo de textos; si se descuidan y se varía alguno de estos aspectos, estaremos creando una nueva historia, pero no estaremos haciendo una adaptación de un texto folclórico.

      En mi futuro como maestra me gustaría hacer llegar a los alumnos estos textos folclóricos, independientemente de la edad que tengan, ya que he podido comprobar que en la universidad el tema ha resultado realmente motivador e interesante para todos. Gracias a los conocimientos adquiridos he aprendido la forma en la que debo trabajar este tema, cómo debo acercar estos textos a mis alumnos y cómo debo hacer para que se interesen y diviertan.

     
        

1 comentario:

  1. Muy bien. Te has dejado en el tintero los textos en verso... que también tienen mucho interés histórico y educativo.

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